La Caridad: “El que no avanza, retrocede”

Atlantic_Salmon_4by5inches

Por Kenneth Pierce.

La vivencia de la caridad, como es evidente, tiene una gran repercusión en nuestra vida cristiana. El crecimiento y desarrollo de esta gran virtud “arrastra” consigo el crecimiento y desarrollo de toda la vida cristiana. Recordamos a continuación unas palabras del p. Antonio Royo Marín:

«Hay que tener muy presente que todo lo que se dice del aumento de la caridad vale también y puede aplicarse al crecimiento de la gracia en nuestras almas. Porque la gracia y la caridad, aunque son dos realidades perfectamente distintas, son de tal manera inseparables, que se infunden y desaparecen siempre a la vez y crecen o desarrollan siempre en el mismo grado. De suerte que lo mismo da hablar del aumento de la caridad que de la gracia y, por ende, de toda la vida cristiana. Todas las virtudes infusas están en conexión con la caridad, y ésta es inseparable de la gracia. Se trata, pues, del aumento o crecimiento de toda la vida cristiana».

La caridad, por tanto, puede crecer o disminuir. Quizás por eso San Pablo hablaba de la caridad como un «camino más excelente» (ver 1Cor 12,31), es decir, un recorrido en el que siempre se puede avanzar. Y Santo Tomás señalaba que es «condición de la caridad de la presente vida que pueda crecer, pues si no aumentara, cesaría el caminar».

La vida cristiana es camino, y debe ser ocasión de crecer siempre en la caridad. No olvidemos que nunca nos podemos “dormir en los laureles”, pues podemos disminuir o retroceder lo avanzando. Si, por el contrario, en el momento de nuestro tránsito el Señor nos halla creciendo en la caridad, entonces nos invitará a participar de su amor infinito en el cielo.

Comentarios

Comentarios

Comparte esta publicación

Share on facebook
Share on twitter
Share on linkedin
Share on pinterest
Share on print
Share on email