Oración del jueves
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor Jesús, reconozco tu presencia en mi vida y te pido que me acompañes en este momento de oración. Envía al Espíritu Santo para que me ilumine y pueda aprender a discernir tu Plan de amor, y para que me dé la fortaleza que me permita seguirlo día a día.
Acto penitencial
Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.
Soy conciente, Señor, de cuánto necesito que Tú me purifiques. Vuelvo a Ti con humildad y confianza en tu perdón y en tu amor. Ayúdame, Señor mío, a vivir siempre contigo y a responderte con generosidad.
Lectura bíblica según el Evangelio del día: “Si quieres, puedes purificarme” Mc 1,40-45.
Entonces se le acercó un leproso para pedirle ayuda y, cayendo de rodillas, le dijo: “Si quieres, puedes purificarme”. Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: “Lo quiero, queda purificado”. En seguida la lepra desapareció y quedó purificado. Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente: “No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio”. Sin embargo, apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que debía quedarse afuera, en lugares desiertos. Y acudían a él de todas partes.
Lectura espiritual breve
Te compartimos la reflexión del Padre Juan José Paniagua:
En esta lectura el leproso nos enseña una gran lección. A pesar de la gran necesidad que tenía de ser curado, (ya que en la sociedad judía el leproso era excluido, incluso considerado maldito) y de que reconoce en Jesús su única esperanza, no “obliga” al Señor a cumplir sus deseos, no presiona ni condiciona a Dios, sino que humildemente se confía a su voluntad y le dice: “si quieres, puedes limpiarme”. Es decir, sólo si quieres, sólo si es tu Plan para mí. Gran enseñanza para nosotros. Es así como debemos rezar, como debemos pedir a Dios por nuestras necesidades.
Muchas veces le queremos exigir a Dios que elimine las dificultades de nuestra vida. Una vida sin problemas. La pregunta es: ¿Qué quieres Tú, Señor? ¿No estarás permitiendo que cargue esta cruz en este tiempo, para aprender a amar más?
Aprendamos que las cruces que cargamos no son un castigo por haber sido malos, son parte de la vida humana y Dios las permite. Muchas veces son las que nos permiten abrir los ojos, descubrir que necesitamos del Señor. Quizá si el leproso no hubiera sufrido esa enfermedad, nunca se hubiera acercado a Jesús y menos aún hubiera ido por todos lados a contarlo.
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
Acción de gracias y peticiones personales
Al constatar el amor inmenso que tienes por cada uno de nosotros, Señor, ¡cómo no experimentar gratitud y maravilla! Como al leproso, Tú me has sanado de todas mis heridas; Tú eres la fuente de mi salvación y reconciliación. Te pido la fe y la fortaleza para permanecer contigo y el ardor para ir a proclamar a todo el mundo que eres el único Salvador.
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pide la intercesión de María rezando esta oración:
Madre del Redentor, Virgen fecunda
puerta del Cielo
siempre abierta,
estrella del mar
ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.
Ante la admiración
de cielo y tierra,
engendraste a tu Santo Creador,
y permanecés siempre Virgen,
recibe el saludo del ángel Gabriel
y ten piedad de nosotros pecadores.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.