Jesus cura leproso

Evangelio del día: «Señor, si quieres, puedes purificarme»

Oración del viernes

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Señor Jesús, Tú que te has hecho hombre para redimirnos y comprendes todo lo que somos y lo que nos pasa, ayúdame a concentrarme en esta oración para que pueda escuchar tu palabra y así cooperar para que ella fructifique en mí.

Acto penitencial

Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.

¿Cuántas veces, Señor, te doy la espalda y me alejo de Ti? Perdóname. Aquí estoy, dolido de corazón, pero profundamente esperanzado en tu inmenso amor y misericordia. Dame la fuerza para seguir el camino de la vida con los ojos siempre fijos en Ti que eres todo amor y perdón.

Lectura Bíblica: «Señor, si quieres, puedes purificarme» Mt 8,1-4

Cuando Jesús bajó de la montaña, lo siguió una gran multitud. Entonces un leproso fue a postrarse ante él y le dijo: «Señor, si quieres, puedes purificarme». Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Lo quiero, queda purificado». Y al instante quedó purificado de su lepra. Jesús le dijo: «No se lo digas a nadie, pero ve a presentarse al sacerdote y entrega la ofrenda que ordenó Moisés para que les sirva de testimonio»

Lectura espiritual breve

Lee esta breve reflexión que te ayudará a profundizar el sentido del Evangelio:

Este hombre leproso nos enseña cómo acercarnos a Jesús, de manera especial cómo acercarnos a Él en la oración. En primer lugar, hay que estar necesitados. Esa es la característica del leproso, es un hombre profundamente necesitado, por eso se acerca con humildad, se pone en las manos de Dios y le pide. ¿Cómo nos acercamos nosotros a Dios? ¿Con esa humildad? ¿Como el sediento que se encuentra con la fuente de agua? ¿Yo me descubro necesitado de Dios? 

Y el segundo elemento, miren lo que dice el leproso a Jesús: “si quieres, puedes curarme”. Sabe que Dios lo puede todo y se pone en sus manos. No exige, no pone condiciones, sólo confía. Esa gran virtud: la confianza. Y confía porque sabe que Dios siempre quiere. Quiere darnos en abundancia, quiere darnos lo mejor. Y nosotros, cuando le pedimos a Dios, ¿cómo nos acercamos? ¿Con confianza? ¿Abiertos a su Plan de amor? ¿O con miedo, con dudas? Que nuestra lepra, que representa nuestras caídas, debilidades, errores no tenga la última palabra; podamos sacar de ellas bienes. Podemos aprender a ser humildes y a ponernos en las manos de Dios

Breve meditación personal

Haz silencio en tu interior y pregúntate:

1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?

2.- ¿Cómo ilumina mi vida?

3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?

Acción de gracias y peticiones personales

¡Qué grande eres, Señor! ¡Cuánto me amas! Gracias por tu bondad y por mostrarme el camino. Ayúdame a ser un servidor de tu reino. Fortalece mi debilidad, anima mi combate y ayúdame a confiar siempre en tu inmensa generosidad, para que así pueda servir humildemente a mis hermanos.

Amén

Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…

Consagración a María

Pidámosle a María que nos acompañe siempre:

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.

Dios te salve.

A Tí clamamos los desterrados hijos de Eva,
a Tí suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Amén

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

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