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Evangelio del día: «¿Por qué ustedes me llaman: “Señor, Señor”, y no hacen lo que les digo?»

Oración del sábado

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Señor Jesús, reconozco tu presencia en mi vida y te pido me acompañes particularmente en este momento de oración. Dame la luz de tu Espíritu para aprender a discernir tu plan. Que aprenda, Señor, a ser coherente en mi vida cristiana, siendo en el mundo fermento en medio de la masa.

Acto penitencial

Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.

Tú lo sabes todo, Señor, y sabes que muchas veces me alejo de tu plan de amor viviendo en una tierra extraña. Tú conoces mi pecado y mi fragilidad. Pero también sabes que mi corazón anhela entregarse a Ti, a pesar de mi pequeñez. Te pido perdón por todas mis faltas y pecados y te ruego, Buen Señor, que me acerques cada vez más a tu Corazón.

Lectura Bíblica: «¿Por qué ustedes me llaman: “Señor, Señor”, y no hacen lo que les digo?» Lc 6,43-49

No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos: cada árbol se reconoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas. El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de maldad, porque de la abundancia del corazón habla la boca. ¿Por qué ustedes me llaman: “Señor, Señor”, y no hacen lo que les digo? Yo les diré a quién se parece todo aquel que viene a mí, escucha mis palabras y las practica. Se parece a un hombre que, queriendo construir una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre la roca. Cuando vino la creciente, las aguas se precipitaron con fuerza contra esa casa, pero no pudieron derribarla, porque estaba bien construida. En cambio, el que escucha la palabra y no la pone en práctica, se parece a un hombre que construyó su casa sobre tierra sin cimientos. Cuando las aguas se precipitaron contra ella, en seguida se derrumbó, y el desastre que sobrevino a esa casa fue grande.

Lectura espiritual breve

Lee este breve texto del que te ayudará a profundizar el sentido del Evangelio:

Muchas veces vivimos en nuestra vida cotidiana actos o hechos concretos que nos llevan a arrepentirnos o a descubrir que no son “buenos frutos”. Y por lo mismo, nos preguntamos ¿Seré un árbol bueno? El Señor lo dice con contundencia: Los árboles buenos dan frutos buenos, y los árboles malos dan frutos malos.  Es por esa razón que tenemos que ser muy sinceros en reconocer cuando nuestros “frutos” no están siendo del todo buenos, y preguntarnos: ¿Estoy lo suficientemente cerca del Señor? La clave que da Jesús para ser un árbol bueno se puede resumir en tres consejos muy concretos: a) ir a Él. b) Escuchar sus palabras. c) Ponerlas en práctica.

Esa es la clave para ser un buen discípulo y así dar abundantes frutos que den gloria al Padre.

Breve meditación personal

Haz silencio en tu interior y pregúntate:

1.- ¿Si veo los frutos de mi vida… son frutos que dan gloria a Dios?

2.- ¿Sigo los tres consejos de Jesús?

3.- ¿Qué medio puedo poner para seguirlos con mayor radicalidad?

Acción de gracias y peticiones personales

Gracias, Señor por este momento de oración y de encuentro contigo. Ayúdame a esforzarme para vivir con más radicalidad el llamado que me haces a ser santo. No basta con decir “Señor, Señor”. El mundo necesita santos de la vida cotidiana y esa es la meta que colocas en mi horizonte. Dame la gracia que necesito y ayúdame a cooperar desde mi libertad. Amén.

(Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…

Consagración a María

Pidámosle a María que nos acompañe siempre:

Salve, Reina de los Cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, Virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.

D: Que con el auxilio de tan dulce intercesora,

T: seamos siempre fieles en el terreno caminar. Amén

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

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