Oración del sábado
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor, reconozco tu presencia en mi vida. Sé que me acompañas y cuidas siempre, y por eso quiero pedirte al comenzar esta oración, que me ayudes a abrir mi mente y corazón a la escucha de tu palabra; para que así la semilla de la fe que has sembrado en mi corazón, crezca dando frutos de santidad.
Acto penitencial
Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.
Cuando miro, Señor, mi fragilidad y mi pecado, qué fácil puedo caer en la tristeza y la desesperanza. Pero me sustenta la confianza que tu amor y tu misericordia son siempre más grandes que mi pecado. Eres un Padre amoroso, que me esperas con los brazos abiertos para perdonarme. Que pueda purificar mi corazón para acoger cada vez mejor tu palabra en mi corazón.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día: “La semilla es la Palabra de Dios” Lc 8,4-15.
Como se reunía una gran multitud y acudía a Jesús gente de todas las ciudades, él les dijo, valiéndose de una parábola:
”El sembrador salió a sembrar su semilla. Al sembrar, una parte de la semilla cayó al borde del camino, donde fue pisoteada y se la comieron los pájaros del cielo.
Otra parte cayó sobre las piedras y, al brotar, se secó por falta de humedad. Otra cayó entre las espinas, y estas, brotando al mismo tiempo, la ahogaron. Otra parte cayó en tierra fértil, brotó y produjo fruto al ciento por uno”. Y una vez que dijo esto, exclamó: “¡El que tenga oídos para oír, que oiga!”.
Sus discípulos le preguntaron qué significaba esta parábola,
y Jesús les dijo: “A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás, en cambio, se les habla en parábolas, para que miren sin ver y oigan sin comprender. La parábola quiere decir esto: La semilla es la Palabra de Dios. Los que están al borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el demonio y arrebata la Palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.
Los que están sobre las piedras son los que reciben la Palabra con alegría, apenas la oyen; pero no tienen raíces: creen por un tiempo, y en el momento de la tentación se vuelven atrás.
Lo que cayó entre espinas son los que escuchan, pero con las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, se van dejando ahogar poco a poco, y no llegan a madurar.
Lo que cayó en tierra fértil son los que escuchan la Palabra con un corazón bien dispuesto, la retienen, y dan fruto gracias a su constancia.
Lectura espiritual breve
Meditemos con estas palabras:
Con esta parábola, el Señor nos pregunta cuán preparado está nuestro corazón para recibir su Palabra. Primero es necesario ese encuentro con la Palabra, leer y escuchar con la mente y el corazón al Señor. Muchas veces que participamos en la Celebración de la Misa escuchamos su Palabra como si fuese una lectura común, algo simplemente inspirador o ilustrativo. Pero la verdad es que es Dios mismo quien nos habla al corazón, palabra por palabra, letra por letra. Y para escucharlo es fundamental estar preparados.
La humildad es tal vez las mejor preparación. La humildad nos ayuda a reconocer nuestra necesidad de escucharlo y de aceptar que necesitamos su ayuda; nos lleva a reconocernos frágiles y pecadores, y por lo mismo, necesitados de ser sanados por sus palabras de consolación. La humildad nos permite reconocer que Él es realmente Dios y no sólo es alguien que quiere ayudarnos, sino que es quien mejor nos conocer y sabe lo que es mejor para nosotros.
Y junto con la humildad debemos vivir luego la obediencia de corazón. Es difícil estar dispuesto a obedecer a otros. Pero sabiendo que Dios nos ama y que quiere lo mejor para nosotros, seguir sus palabras no implica una obediencia que nos oprima ¡Por el contrario! Es una obediencia que nos libera y nos ayuda a encontrar la verdadera felicidad.
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1.- ¿Cómo me preparo para escuchar la Palabra de Dios?
2.- ¿Trato de escuchar su Palabra diariamente?
3.- ¿Estoy dispuesto(a) es obedecer su Palabra?
Acción de gracias y peticiones personales
Señor Jesús, muchas gracias por el don de tu palabra; muchas gracias por el don de la fe. Sé que a pesar de que muchas veces mi interior no es una tierra fértil, con Tu ayuda y mi cooperación podré hacer crecer la verdad y el amor en mi vida. Te pido de corazón que me ayudes a crecer en amor a tu palabra; y que pueda también con mayor ardor transmitirla a mis hermanos.
Amén.
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pidámosle a María que nos ayude a vivir el perdón en nuestra vida rezando esta oración:
Salve, Reina de los Cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.
Alégrate, Virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.
D: Que con el auxilio de tan dulce intercesora,
T: seamos siempre fieles en el terreno caminar. Amén
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.