Oración del jueves
En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.
Oración Inicial
Aquí estoy, Señor, nuevamente para compartir contigo, para conocerte más y dejarme iluminar por tu Palabra. Te pido que me ayudes a acercarme con humildad, reconociendo mis debilidades, consciente de que no siempre respondo a tu llamada pero con la disposición de cambiar, de crecer y seguir tu voz de ahora en adelante.
Acto penitencial
Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.
Buen Jesús, Tú que has venido a traer el perdón a los pecadores, que viniste para estar con los enfermos y los necesitados, acoge en tu perdón a este hermano tuyo. Me presento ante ti frágil y pecador, necesitado de tu abrazo de amor, con la plena conciencia que no soy perfecto, que he caído, que he faltado en obra y omisión, pero confiado en tu misericordia de todo corazón te pido perdón.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día: “Él es aquel de quien está escrito: Yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino” Lc 7,24-30
Cuando los enviados de Juan partieron, Jesús comenzó a hablar de él a la multitud, diciendo: “¿Qué salieron a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento?
¿Qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido con refinamiento? Los que llevan suntuosas vestiduras y viven en la opulencia, están en los palacios de los reyes.
¿Qué salieron a ver entonces? ¿Un profeta? Les aseguro que sí, y más que un profeta.
Él es aquel de quien está escrito: Yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino.
Les aseguro que no hay ningún hombre más grande que Juan, y sin embargo, el más pequeño en el Reino de Dios es más grande que él.
Todo el pueblo que lo escuchaba, incluso los publicanos, reconocieron la justicia de Dios, recibiendo el bautismo de Juan.
Pero los fariseos y los doctores de la Ley, al no hacerse bautizar por él, frustraron el designio de Dios para con ellos.
Lectura Espiritual breve
Lee este texto que te ayudará a profundizar el sentido del Evangelio:
En el Evangelio de hoy Jesús felicita a Juan el Bautista, dice que sobre la tierra no ha habido hombre más grande que él. Sin embargo, cuando el bautista inicia su predicación dice algo distinto: conviene que Jesús crezca y que yo disminuya. Resalta en este personaje su sencillez, su sobriedad: “vestía un traje de piel de camello y comía langostas y miel silvestre”. Por eso hoy también el Evangelio nos dice: “Qué salisteis a ver? ¿Un hombre vestido con lujo? Los que se visten fastuosamente y viven entre placeres están en los palacios.”
Y es que Juan el Bautista es un profeta, a venido a anunciar a Dios, y para hacerlo tenía que estar ligero, desapegado de las cosas del mundo. Porque cuando andamos ligeros, mejor podemos anunciar a Dios, porque mejor lo podemos recibir en el corazón. ¿En este adviento nos animamos a seguir el camino de Juan el Bautista para recibir a Jesús? ¿Nos animamos a tomar el camino de la sobriedad, la austeridad, la sencillez? Porque no nos vaya a ocurrir que estemos tan llenos de cosas y actividades, que perdamos de vista lo esencial, el nacimiento del Salvador.
Sobre todo, haciéndonos pequeños, podemos recibir a Jesús en esta navidad, que ha querido hacerse un pequeño niño, para quedarse con nosotros.
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1.- ¿La humildad, la sencillez, el desapego de las cosas materiales son actitudes que te están acompañando en este tiempo de Adviento?
2.- Tú también con el bautismo has recibido una misión profética. ¿Anuncias a Jesús a los demás con tus obras y con tus palabras?
Acción de gracias y peticiones personales
Te doy gracias Señor por este momento de oración, por la oportunidad que me das de detenerme un instante para aprender de ti, para conocerte más, para mejorar nuestra amistad. Te pido que me ayudes a ser un servidor digno de Ti y pueda servir con humildad y generosidad todos los que lo necesiten. Amén. .
Si quieres, puedes hacer pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria...
Consagración a María
Termina esta oración rezándole a María.
Madre del Redentor, Virgen fecunda
puerta del Cielo
siempre abierta,
estrella del mar
ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.
Ante la admiración
de cielo y tierra,
engendraste a tu Santo Creador,
y permanecés siempre Virgen,
recibe el saludo del ángel Gabriel
y ten piedad de nosotros pecadores.
+ En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.