Por Kenneth Pierce
Un aspecto muy importante de aquel conocimiento que nos lleva a la santidad es el discernimiento. ¿De qué se trata este discernimiento? La palabra hace referencia a distinguir una cosa de otra. Aplicada en sentido general a la vida cristiana se trata de distinguir aquellos caminos que nos llevan a cumplir el Plan de Dios de aquellos que no.
Quizás en alguna ocasión hemos usado un mapa para orientarnos. Por ejemplo, si estamos visitando una ciudad que no conocemos, o debemos llegar a un lugar en el que nunca hemos estado, el mapa nos ha sido de gran ayuda.
En la vida cristiana sabemos bien cual es la meta: la santidad. Sin embargo en lo cotidiano el camino no siempre se nos aparece tan claro. Las circunstancias de cada uno son diferentes, y los retos y obstáculos también lo son. No tenemos un mapa o un “manual de instrucciones” exacto, que nos indique qué hacer en cada momento.
El discernimiento nos ayuda a ir viendo poco a poco el camino que debemos recorrer. Se trata de una tarea que vamos aprendiendo y que exige una gran apertura a los signos que Dios va dándonos en nuestra vida. La apertura a la gracia de Dios y a la luz de su Espíritu son fundamentales.
Dios no deja de iluminarnos y señalarnos un camino. El discernimiento nos ayuda a ir “leyendo” los signos que hay en el recorrido para aplicarnos a nuestra vida cristiana cotidiana. No es una tarea fácil, pero es fundamental para no errar el camino y avanzar con decisión por el camino de la santidad. Lo seguiremos reflexionando en las próximas semanas.