Dios te salve, María,
llena eres de gracia;
el Señor es contigo.
Bendita Tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén
El Ave María debe dividirse en dos partes: desde “Dios te salve María…” hasta “bendito es el fruto de tu vientre”, es la parte primera y más antigua, y está compuesta por las palabras del evangelio de Lucas de la Anunciación (Lc 1, 28) y la bendición de Isabel (Lc 1, 42).
Desde los primeros siglos, el mundo cristiano usó el saludo del ángel Gabriel con intención cultual (son un ejemplo de ello varios himnos litúrgicos, entre ellos el más famoso es el himno Akathistos, que retoma continuamente el Ave de Gabriel celebrando a María en el misterio del Verbo encarnado).
No obstante, sabemos también, de fuentes históricas, que en la Iglesia occidental, esa primera parte del Ave fue introducida, en el siglo VI, en la liturgia del IV domingo de Adviento y después en la de la Anunciación (siglo VII).
Hay que esperar hasta el siglo XI-XII para encontrar un uso generalizado y popular de la oración del Ave María (siempre hasta “bendito es el fruto de tu vientre”) y a menudo, en esa época, los concilios recomiendan que se enseñe a los fieles. En esa misma época, en los monasterios, comienza la práctica del Rosario, llamado “salterio del Ave María” (había otro “salterio del Padrenuestro”): una repetición devota del Ave María, unas 150 veces, sustituyendo los 150 salmos (salterio) para los monjes que no sabían leer.
En el siglo XV, la oración del Ave María fue completada con el nombre de Jesús (fruto de tu vientre …Jesús) y con toda la segunda parte: Santa María… (cuyo texto más antiguo parece que había sido formulado, un poco antes, en el santuario de la Santísima Anunciación de Florencia).
Fuente: Extractos de Ida Tiezzi, profesora de Mariología para www.aleteia.org