Un pasaje que nos hace pensar en la importancia de la humildad para la vida cristiana y en cómo María nos da el ejemplo.
«La virtud de la humildad, tan bella y necesaria, era desconocida para el mundo. Pero el Hijo de Dios descendió sobre la tierra para enseñarla con su propio ejemplo y quiso que buscásemos imitarlo especialmente en ella: “aprendan de Mí que soy manso y humilde de corazón” (Mt 11,29). María, que fue la primera y más perfecta discípula de Jesús en todas las virtudes, lo fue también en la humildad, por la cual mereció ser exaltada sobre toda criatura» (San Alfonso María de Ligorio).